Getting Job

miércoles, 29 de octubre de 2014

Módulo II .- Reflexión individual de marco personal.- por Olga Ruiz

Habilidades del orientador/a laboral


En el módulo II nos hemos centrado en las habilidades que debe de tener un orientador laboral, hemos tratado una primera parte en la que hablamos de habilidades de comunicación y habilidades sociales y segunda parte de las  herramientas TICs de las que dispone un orientador para el desempeño de sus funciones.


En las clases presenciales hemos podido contar con la ponencia de Fernando Aguilar-Galindo Ávila. En su ponencia empleaba cuentos para transmitirnos las morajelas que de ellos se podía sacar.


Yo en este caso voy a copiaros un cuento que he leído en un libro de Círculo de Lectores, para seguir en la línea de Fernando y así transmitiros la moraleja de este cuento.


La luciérnaga - Cuento tradicional tailandés

“Había una vez una comunidad de luciérnagas que habitaba el interior de un gigantesco lampati, uno de los árboles más majestuosos y antiguos de Tailandia. 

Todas la noches, cuando caía la oscuridad y apenas se escuchaba el leve murmullo de un río cercano, todas las luciérnagas salían del árbol para mostrar al mundo sus maravillosos destellos.

Jugaban a hacer figuras con sus luces, bailando al son de una música improvisada para crear un sinfín de centelleos luminosos más resplandeciente que cualquier espectáculo de fuegos artificiales.

Pero entre todas las luciérnagas del lampati había una muy pequeñita a la que no le gustaba salir a volar.

-No, hoy tampoco quiero salir a volar -decía todos los días la pequeña luciérnaga-. Id vosotras, que yo estoy muy bien aquí en casita.

Tanto sus padres como sus abuelos, hermanos y amigos esperaban con ilusión la llegada del anochecer para salir de casa y brillar en la oscuridad. Se divertían tanto que no comprendían por qué la pequeña luciérnaga no les quería acompañar. Le insistían una y otra vez, pero no había manera de convencerla. La pequeña luciérnaga siempre se negaba.

-¡Qué no quiero salir afuera! -repetía una y otra vez- ¡Mira que sois pesados!

Toda la colonia de luciérnagas estaba muy preocupada por su pequeña compañera.

- Tenemos que hacer algo -se quejaba su madre-. ¡No puede ser que siempre se quede sola en casa sin salir con nosotros!

-No te preocupes, mujer -la consolaba el padre- Ya verá como cualquier día de éstos sale a volar con nosotros.

Una noche, cuando las luciérnagas habían salido a volar, la abuela de la pequeña se le acercó y le preguntó con mucha delicadeza:

-Qué es lo que ocurre, mi pequeña? ¿Por qué no quieres venir nunca con nosotros a brillar en la oscuridad?

-Es que no me gusta volar - respondió la pequeña luciérnaga.

-Pero ¿por qué no te gusta volar ni mostrar tu maravillosa luz? - insistió la abuela luciérnaga.

-Pues… -explicó al fin la pequeña luciérnaga-... ¿para qué voy a salir si nunca podré brillar tanto como la luna?

La luna es grande y muy brillante, y yo a su lado no soy nada. Soy tan diminuta que en comparación parezco una estrellita. Por eso siempre me quedo en casa, porque nunca podré brillar tanto como la luna.

La abuela había escuchado con atención las razones de su nieta, y le contestó:

-¡Ay, mi niña! Hay algo que deberías saber sobre la luna. Si al menos salieras de vez en cuando, lo habrías descubierto, pero como siempre te quedas en el árbol, pues no lo sabes.

-¿Qué es lo que debería saber y no sé? - preguntó con impaciencia la pequeña luciérnaga.

-Tienes que saber que la luna no tiene la misma luz todas las noches - le contestó la abuela-. 

La luna es tan variable que cada día es diferente. Hay días en los que es grande y majestuosa como una pelota, y brilla sin cesar en el cielo. Pero hay otros días en lo que se esconde, su brillo desaparece y el mundo se queda completamente a oscuras.

-De veras hay noches en las que la luna no sale? - preguntó sorprendida la pequeña luciérnaga.

-Así es - le confirmó la abuela-. La luna es muy cambiante. A veces crece y a veces se hace pequeñita. Hay noches en las que es grande y roja, y otras en las que desaparece detrás de las nubes. En cambio tú, mi niña, siempre brillarás con la misma fuerza y siempre lo harás con tu propia luz.

La pequeña luciérnaga estaba asombrada ante tal descubrimiento. Nunca había imaginado que la luna pudiese cambiar y que brillase o se escondiese según los días.

Así fue como nuestra pequeña amiguita aprendió que cada uno tiene sus cualidades y por tanto, cada uno debe  brillar con su propia luz”.  

Libro “ Valorate a ti mismo” Circulo de Lectores


Con esto lo que quiero dejar constancia es que, sí es verdad que hay que conocer y saber de habilidades y competencias, conocer y dominar las TICs y hacérselas llegar a los orientados.

Pero también es verdad que, en lo que debemos de centrarnos es en escuchar y motivar,  debemos saber sacar lo mejor de cada uno. 

Que lo sepan plasmar en sus curriculums y entrevistas, motivarles, transmitirles la seguridad y confianza que necesitan para enfrentarse a la búsqueda activa de empleo.

Nuestro objetivo es que no caigan en la desidia y desánimo al que pueden llegar cuando se ven frustrados cada vez que no consiguen una entrevista y ven como va pasando el tiempo sin conseguir un puesto de trabajo.


“Algunas cosas están bajo nuestro control y otras no. Sólo tras haber hecho frente a esta regla fundamental y haber aprendido a distinguir entre lo que podemos controlar y lo que no, podemos alcanzar la tranquilidad interior y la eficacia exterior”
Epicteto

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